2006-02-23

El Complejo De Castor



Había una vez un castor que vivía solo.

No siempre había sido así.

Hubo una época en que el castor convivía con una agradable y hermosa castorcita... (me está quedando cursi, pero trato de contar algo serio... )

Pero un día, ocurrió una desgracia. Las empalizadas que el castor y la castorcita habían levantado para crear un dique no fueron lo suficientemente fuertes, y una riada arrasó su casa llevándose a la castorcita río abajo.

El castor jamás la volvió a ver, y sufría, sufría mucho...

El castor tomó la decisión de levantar las empalizadas más fuertes y grandes que ningún castor hubiese levantado jamás, para que, por muy fuerte que el río bajase, jamás pudiese volver a herirlo de nuevo.

Así lo hizo. Trabajó día y noche, derrochando esfuerzo, creando el dique más fuerte y resistente que jamás se había levantado en ningún río del mundo...

Llegó la época de deshielo. El río bajaba raudo y crecido como nunca... No había cauce que pudiese contenerlo. Hasta que llegó ante el dique del castor...

El castor había empleado tanto tiempo, esfuerzo y empeño, que el río no pudo con el dique, así que tuvo que desviar su curso.

El castor se sintió feliz por verse a salvo. Día tras día se asomaba desde lo alto de su dique, comprobando que no había ninguna grieta, que nada podría atravesarlo. El río jamás le haría volver a sufrir como antaño... Día tras día, se sentía orgulloso de estar evitándose sufrimiento a sí mismo...

Lo que no entendió el castor, hasta que fué demasiado tarde, es que el río podría traerle alguna vez desgracias, pero que, a pesar de todo, necesitaba de él para vivir. Necesitaba de sus aguas para pescar y alimentarse, para nadar, para refrescarse, para beber...

Sin el río, con todos sus posibles peligros, pero lleno de bendiciones, el castor no pudo sobrevivir, y tarde se dió cuenta de lo necio que había sido al entregarse a sus miedos...


Este cuento es para aquellos que entre tantos complejos, tienen también el de castor... Que van por la vida levantando diques, pero que todavía están a tiempo de darse cuenta de que necesita el agua para vivir...

Y para ellos también la canción que sigue...




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eh! Que los castores somos felices en nuestras casitas-presa de palo. Sea ud. consciente. :P

Gaueko dijo...

Jajajaj, chica, si que te lo tomaste a pecho.

No te lo tomes así. Ayer era un castor con miedo, hoy soy un chimpancé con ganas de lanzar mi propia mierda a esos que me miran tan raro tras los barrotes, otró día seré un perro fiel, otro un bicho bola, otro un zorro que entra por la noche en tu gallinero y te mata a todas las gallinas, otro un gato que ronronea mientras le acarician, un águila que vuela orgullosa por encima de todos, un gusano que se returce en el fango...

De hecho a veces cambio de especie varias veces en el día, con una velocidad vertiginosa. No te preocupes por eso.

Por cierto, yo habría cambiado el final. Yo habría dicho que al desviar el río éste se sale de su cauce inundando las madrigueras de otros animales. Que su dique no consigue otra cosa que amargar la vida a los demás ;)

Algún día te contaré la historia del armadillo que renunció a su armadura (o algo similar).